Parece una casa normal hecha de alerce en la orilla de un pequeño estanque.
A Kaspar le llevó seis meses de trabajo sin prisas. El edificio parece, por decirlo sin rodeos, poco pretencioso: una especie de cobertizo con ventanas. ¿Y cuál es su especialidad? Es que la casa está adaptada al clima cambiante de la zona, y cuando hace buen tiempo y sol, mamá aprieta una palanca y…
Tiene dos cabañas. La parte central sirve de auténtico solárium natural, y funciona incluso en invierno. ¿Por qué no hay paredes? Caspar ha creado un diseño increíblemente flexible que mamá puede utilizar de muchas maneras.
Además de las paredes exteriores, también hay paredes interiores de cristal; si las sacas, consigues una especie de jardín de invierno, cuyo calor lo suministra una cocina de leña.
Todos los mecanismos están equilibrados y los puede manejar una mujer mayor. Mi madre se sorprendió y admiró lo que su hijo había hecho durante tanto tiempo. ¡Cuántas posibilidades!
Leer un libro a la luz del sol, tomar el té en una mañana helada, celebrar una fiesta al aire libre, saliendo de casa directamente al césped, invitar a los nietos de visita, para quienes la estructura deslizante es un escenario de teatro y un parque infantil.
Y ¡qué interesante es admirar las estrellas con una copa de vino cuando se tiene un techo corredizo en el salón!