Hidey era una gata como muchas otras, una exploradora independiente que se abría camino por su casa y sólo de vez en cuando entraba a por comida. Pero detrás de su espíritu errante había una criatura dependiente del amor y los cuidados. Por desgracia, en las tranquilas sombras de la casa de un anciano, pasó desapercibida durante demasiado tiempo. Este momento de descubrimiento lo cambió todo para Hidey. Cuando los rescatadores de animales la llevaron finalmente al refugio y centro de vida salvaje de la Liga de Rescate Animal de Pittsburgh, calcularon que habían pasado años desde su última sesión de acicalamiento, posiblemente hasta dos largos e incómodos años.
En el refugio, un equipo de especialistas en el cuidado de animales, dirigido por la veterinaria Jenn Levitzki, se hizo cargo de Hidey. Más tarde, Levitzki compartió en Facebook un vídeo de la intervención y añadió: «Hidey tiene el peor pelo enmarañado que he visto nunca; tiene rastas». Sabiendo lo delicada que era la situación, sedaron cuidadosamente a Hidey para asegurarse de que no se angustiara por el acicalamiento. Luego, poco a poco, le quitaron casi medio kilo de pelo enmarañado, liberando por fin a Hidey de su prisión de abandono.Después de quitarle el pelo, Hidey estaba casi irreconocible. Ya no tenía la forma de pulpo que la había encerrado. En su lugar, se reveló como una gata pequeña y delicada, libre del peso sofocante que casi la había inmovilizado.